En las décadas centrales del siglo XV, Valencia era la ciudad cristiana más populosa de toda la península. Durante aquellos años, la riqueza urbana y la relajación de las costumbres, permitieron que acogiera al burdel más importante de Europa, configurando una barriada extensa -cercada por un muro-, pero concurrida por un número ingente de visitantes, con frecuencia de otros países, vinculados a los intercambios mercantiles. La Cuarta Casa, era la más famosa de todas las viviendas del recinto, y en ella habitaba una mujer hermosa que, por unas circunstancias ajenas, debió abandonar el lugar e integrarse un una sociedad burguesa, contradictoria y exigente, enriquecida por la actividad del comercio, que adquiría una importancia mayor que la propia de la agricultura.