Este texto surge como post data a "El origen de la obra de arte" de Martin Heidegger -publicado en esta editorial- en respuesta al interrogante abierto por su lectura. Si en general un texto filosófico no resulta posible sin su interpretación, en el caso de "El origen de la obra de arte" se puede considerar que esta no tiene fin, porque lo que viene a plantear afecta al mismo papel de la filosofía al final de su historia.