La economía suele percibirse como una entidad autónoma, regida por leyes inmutables, pero en realidad está intrínsecamente ligada a la organización social y ha adoptado diversas formas a lo largo de la historia. El capitalismo, como una de ellas, no es la única economía posible ni ha operado siempre bajo las mismas reglas. Este ensayo explora la evolución de la racionalidad capitalista desde una mirada crítica y reflexiva. Desmonta la idea de la economía como una entidad autónoma y muestra que el actual sistema económico no surgió de una racionalidad pura, sino que tuvo como su motor esencial al egoísmo individual y al sufrimiento colectivo en beneficio del interés individual.