El panorama literario de los diferentes países europeos en el periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo xviii y la primera mitad del xix constituye un ejemplo paradigmático de los procesos de evolución cultural que confluyeron en el desarrollo y la consolidación de nuevos modelos literarios, a cuyo auge espectacular contribuyó casi como ninguna otra la actividad traductora.
La literatura española no quedó al margen de estos procesos, de modo que, en el marco del interés de las naciones europeas por conocer su propia cultura –entendida en sentido europeo–, se multiplican durante este periodo las traducciones de muchas de nuestras obras más señaladas, que retornan así al ámbito acogedor de la literatura universal.
El libro incide en la libertad, que muchas veces linda con lo falsario o traiciona de lleno el sentido del texto original, con que muchos traductores alemanes, ingleses o franceses se apropiaron de la literatura española.
Este libro demuestra que el rigor filológico y traductológico es un invento ciertamente tardío, que apenas comienza a esbozarse en las postrimerías del siglo xix.